ramona 101 - Número Final
índice
EDITORIAL
ramona 101
Gonzalo Aguilar
Diana Aisenberg
Roberto Amigo
Maggie Atienza Larsson
Timo Berger
Gustavo A. Bruzzone
Xil Buffone
C. S. L.
Cecilia Caballero
Juan E. Cambiaso
Alejo Campos
Emilia Casiva
Elda Cerrato
Haydée Cervini
Cynthia Cohen
Alan Courtis
Marina De Caro
Daniel de Culla
Luciana del Maestro
Claudia del Río
Ana Claudia Díaz
Marula Di Como
Julia Dron
Leticia El Halli Obeid
Luis Espinosa
Leopoldo Estol
Florencia Inés Ferreiro
Pablo Fessel
Marcos Figueroa
Clara Firpo
Viviana Fischler
Natalia Fortuny
Romina Freschi
Luis Garay
Andrea Giunta
Clarisa Grabowiecki
Yanine Gribnicow
Gachi Hasper
Alejandro Ikonicoff
Zuky Israel
Roberto Jacoby
Ángel Mariano Jara Oviedo
Alejandro Kaufman
Nuria Kojusner
Martín Kovensky
Syd Krochmalny
Fernanda Laguna
Daniela Lucena
Magui Lucero
María Elena Lucero
Marcos Luczkow
Marti Manen
Guadalupe Maradei
Cuauhtémoc Medina
José Fernández Vega
Eugenia Meccico
Gabriel Millozzi
Adriana Minoliti
Carolina Muzi
Jorge Opazo
Marie Orensanz
Mariano Oropeza
Marina Papadopoulos
Ricardo Pardal
Cecilia Pavón
Florencia Penna
Jerónimo Peralta Rodríguez
Cecilia Pérez Declercq
Juan Pablo Pérez
Alejandra Perié y Fernando Fraenza
Gastón Pérsico
Ricardo Piglia
Leonel Pinola
Norberto J. Puzzolo
Daniel Quiles
Luciana Rago
Natalia Ramírez
Tomás Richards
Gustavo Daniel Ríos
Marcela Römer
Jorge O. Ruíz Díaz
Kiwi Sainz
Mariela Scafati
Lila Siegrist
Steven Soldiers
Chino Soria
Virginia Spinelli
Oscar Steimberg
Ana Verónica Suárez
Leandro Tartaglia
David Torres
Elizabeth Torres
Viviana Usubiaga
Celina Van Dembroucke
Santiago Villanueva
Victoria Viola
Juan Waimberg
EDITORIAL
Corazón delator
Porque siempre fui fina pero también finita, llegó el momento de hacerme humo.
Hablar de la muerte en nuestra cultura es considerado un tabú o un gesto de mal gusto, yo –que de reprimida o pacata no tengo nada– hace dos años anuncié a voz en cuello que estaba más cerca del arpa que de la guitarra, para que juntos fuéramos preparando mi rito de pasaje final.
Mayakovski, Hemingway, Alberto Greco, Lugones, Quiroga, Storni, Pizarnik, Marilyn, Kurt Cobain... la lista de celebrities suicidas es extensa y variopinta. Yo decidí infringirme la muerte no para ubicarme vanidosamente en esa serie (lo que no quita que, al igual que a ellos, el tiempo me convierta en leyenda) ni para limpiar deshonras (cual los cultores del harakiri en el lejano oriente), sino como performance colectiva de puesta a prueba del deseo.
Prueba superada. O, mejor dicho, desbordada. Fue el deseo de todos ustedes el que dio un peso específico a este tiempo parentético, a este interregno de dos años, que tuvo lugar entre el anuncio y la concreción de mi despedida.
Los invité a extrañarme de a poquito y a paladear mis últimos números. Y en esta última entrega, me ofrendé generosamente para que llenen mis páginas a rienda suelta con mensajes sobre mi paso por este mundo o sobre el futuro del arte. Declaraciones de amor eterno, agradecimientos, recuerdos, confesiones, predicciones y alguna manifestación de despecho...
Eros y Tánatos de la mano: en mi cortejo fúnebre –pícaros– me siguen cortejando... ¡Y es comprensible!
Sin degeneración, cultivé con gracia todos los géneros: ensayos, poemas, entrevistas, informes, dossiers, polémicas, conversaciones, reseñas, editoriales, comentarios, testimonios, necrológicas, saludos en general, cartas de lectores, anuncios, fe de erratas, ficciones.
Sin perder mi eje, tuve sendos heterónimos (ramona, rosana, ratona, ramona-plebella, ramón... sin citar los de la intimidad) y mutaciones a mi antojo: crecí, adelgacé, me fusioné, me pinté, me travestí, viajé... con la naturalidad y la elegancia de quien pone el cuerpo sin reparos porque nunca le debí nada a nadie y porque entendí la transgresión como causa y como necesidad.
Y, después de diez años de sostener la palabra de los artistas como soporte de sentido válido y autónomo de la imagen en el campo de las artes visuales, pongo fin a mi proyecto artístico-editorial. De la obra al texto y del texto a la obra. En el momento en que me desmaterializo como práctica, me materializo como objeto: me transformo en corpus, mi voluptuoso cuerpo adquiere su forma final. Espero sepan amarme en mi nuevo estado, como supieron amarme hasta hoy.
Porque justamente eso quería decirles: el latido de este número me delata. Cadáver viviente, me voy pero no del todo... voy a estar espiándolos desde los anaqueles de sus bibliotecas y en mi versión digital para que mantengan viva la pasión de esta conversación, que es de todos, que es de ustedes...
Gracias, gracias y... ¡hasta siempre!
ramona